Después de algunos meses, varios días, suficientes horas, demasiados recuerdos, algún que otro suspiro y pocas sonrisas.
Después de tantas desilusiones, de innumerables gritos, de incontables lágrimas y pocas sonrisas.
Después. No hay nada. Absolutamente nada que te haga sentir en casa, a gusto, que te haga sentir cerca de lo que algún día fuiste y nunca volverás a ser.
Después de conseguir visitar tantos lugares con la imaginación te anclas en tú mundo de rutina. Repitiendo cada paso y cada caída.